30 de diciembre de 2009

A la dama del poncho rojo


Hay una mujer con voz ronca y profunda que me hace llorar. Canta a otras mujeres, a mí, a todas, por la misma pasión que parte su voz en dos. El poncho rojo que luce se me pega a mi piel y me hace sangrar, aunque de a ratos también me hace reír. Me pinta con su lengua en cada tema, que también me acurruca. Su físico me acuerda al de la Cata, al de la luz del cielo que me habla en silencio. Yo hago gestos con mi cara cuando la escucho, la siento hasta en los poros y su tristeza me habla más que la alegría. Bravo por esa voz que me brinda alivio en este instante. Un alivio que es contradictoriamente doloroso porque cada letra es un latigazo que me hace gemir entre el llanto y el placer.