24 de abril de 2010


Imagen: Emmanuel Radnitzky (Rayograph)

Para la persona sin rostro que en ocasiones tiene nombre de monstruo



CUANDO
lo conocí, ya un rayo lo había atrapado
Desde entonces, sus ojos tiemblan en la oscuridad y se mueven
con la fugacidad indescriptible de la luz
Sus manos son alas con las que teje sueños en sueños
Crea mundos paralelos con los que se divierte aturdidamente para luego
despertar de un golpe ya convertido en ícaro
Sus pies son aquilianos
Y en su lengua guarda...
Debajo de su lengua guarda enzimas que chocan con anfibios
guarda células que se transforman con su saliva en imágenes degenerativas
En su cabeza lleva su lengua en una maleta con la que parte a diario
Parte, partido, en dos, con cabeza y cuerpo de madera iluminada
y dejando una estela de colores que siempre huele a huída.

5 de abril de 2010

La vuelta de los conejos


Imagen sacada de: http://www.creatividadenblanco.com/tag/marketing


LA ACIDEZ le regresó en el tercer día, justo después de la resurrección, cuando ya había pasado la peor parte. Entonces, se percató que su garganta se inflamaba y que los conejos volvían a hacerle cosquilla en las cuerdas vocales. Perdió la voz, la respiración y regresó a internarse en los misterios del cuerpo. Al fin y al cabo ése era el único lenguaje que comprendía y el que pocos podían seguir. Se enredó entonces con tanta palabra, que prefirió regresar a la carne, a ese origen del que se alimentaba y con el que alimentaba a otros. Recordó la sangre, la piel y luego se tocó su cicatriz. Lloró, pero esta vez las lágrimas no sabían a sal, esta vez no se asfixiaba con cada gemido. No habían lágrimas, no había sabor, ni olor, ni la trillada escena. Todo era interno. El sudor era lo más cercano a las lágrimas. Entonces comprendió que lo había logrado o eso pensó.