23 de marzo de 2008

Dulce placer


Las uvas comenzaron a salirle por los oídos y la ciudad se inundó de un olor dulzón de pulpa púrpura. Eran cuadradas, aquellas uvas. Los que comían, las uvas, se reconocían por el color de las encías. Fue así como comenzó a dividirse la ciudad en los comeuvas y los nocomeuvas.