5 de abril de 2010

La vuelta de los conejos


Imagen sacada de: http://www.creatividadenblanco.com/tag/marketing


LA ACIDEZ le regresó en el tercer día, justo después de la resurrección, cuando ya había pasado la peor parte. Entonces, se percató que su garganta se inflamaba y que los conejos volvían a hacerle cosquilla en las cuerdas vocales. Perdió la voz, la respiración y regresó a internarse en los misterios del cuerpo. Al fin y al cabo ése era el único lenguaje que comprendía y el que pocos podían seguir. Se enredó entonces con tanta palabra, que prefirió regresar a la carne, a ese origen del que se alimentaba y con el que alimentaba a otros. Recordó la sangre, la piel y luego se tocó su cicatriz. Lloró, pero esta vez las lágrimas no sabían a sal, esta vez no se asfixiaba con cada gemido. No habían lágrimas, no había sabor, ni olor, ni la trillada escena. Todo era interno. El sudor era lo más cercano a las lágrimas. Entonces comprendió que lo había logrado o eso pensó.

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